En la antología "Historias Phantasticas II" aparece publicado un relato mío: "Un pedazo de su alma". El barquero está tan contento que llevaba varios meses sin publicar nada por aquí, para no estropear la sorpresa (ehem, ehem).
El caso es que ya está publicado. Esta antología selecciona relatos de alumnos de Phantastica.com y, como siempre, la edición de El Transbordador es superchula. No sé si está mal que yo lo diga, pero como esto no lo lee nadie, me atrevo a decir que es mi mejor relato. Y eso que me salgo un poco de mi terreno habitual. Esta historia no es de ciencia ficción, sino que se trata de una historia entre el fantástico-urbano-oscuro y el terror-psicológico-costumbrista-extraño. No sé, ni idea. Si alguien quiere etiquetarlo que me cuente.
Está ambientado en el mundo actual, nuestro mundo normal y corriente con sus luces y sus sombras. La cosa transcurre en el plató de un concurso televisivo de talentos de la cocina. A poco que lo leáis encontraréis muchos paralelismos con algún programa que seguro que habéis visto, lleno de protagonistas con y sin sombrero de chef, todos deseando destacar sobre los demás ya sea a base de brochetas o de sarcasmos. El caso es que en esta historia la protagonista no es ninguno de estos centros de atención mediáticos. La protagonista es la que está detrás de la cámara, manejándola, moviéndose entre bambalinas como una cronista invisible. La definición casi canónica de una narradora-testigo que, poco a poco, deriva a protagonista. (Al barquero le gusta mucho que use términos náuticos cuando escribo por aquí).
Y la cámara pasa de mirar hacia el exterior a mirar hacia el interior de Nerea. Solo falta entonces el ingrediente principal (jo, jo, jo), un catalizador que dispare el proceso, que rompa la realidad y la convierta en un caleidoscopio que deje a la vista lo que guardamos muy escondido dentro de nuestra memoria, el secreto más oscuro que es el granito de arena alrededor del que crece toda nuestra vida. Bueno, o al menos la de Nerea.
En fin, que en esta barca que surca el Estigia sin pisar nunca ni cielos ni infiernos, ni falta que hace, en la que cada día es igual de oscuro que el anterior, y este que el anterior, y este que el anterior, de vez en cuando aparece alguna estrella en el cielo, que no llega a ser Elbereth pero que anima un poco el viaje. Hasta el barquero está contento. Dice que el kraken está ocupado leyendo el relato. A ver qué le parece, que este sí que es un crítico feroz.
(Por cierto, Hijas de Caronte sigue avanzando. A su ritmo pero avanza).