Y la última alegría literaria, con la que termino esta racha de puesta al día del blog, es "El pasajero de Atenea", relato seleccionado para la primera antología de la escuela phantastica.com y publicada por Ediciones El Transbordador: Historias Phantasticas.
Esta publicación me ha dado muchas alegrías, como el participar de forma mucho más activa en el Celsius 232 y en la Hispacon 2023, firmar ejemplares, conocer a mucha gente interesante y, sobre todo, renovar la ilusión por la escritura, que había quedado un tanto desinflada después de la novela y sus vicisitudes (nada bueno podía salir de embarcarse con tan mala mar en busca de Elora. Los augurios no eran propicios y, aun así, quisimos llegar hasta ella dejándonos arrastrar por corrientes que solo trajeron dolor y sufrimiento. Pero ella sigue esperando, insustancial y eterna. No desesperes, quizá la brújula de Caronte nos ayude a encontrar nuevas rutas hacia ti).
"El pasajero de Atenea" es un cuento de ciencia ficción sobre uno de mis temas favoritos, las inteligencias artificiales y sus consciencias, que no tienen por qué parecerse a lo que nosotros entendemos por consciencia para ser algo también real. El germen de la historia fue un cuento muy breve para el taller de Juan Bas. Tras una profunda reescritura, que solo dejó del original la idea de la misma Atenea y poco más, la historia creció y ganó en profundidad. Ya hablaré más adelante sobre los temas que desarrollo en el cuento. Ahora, de momento, es mejor que hable por sí mismo. Ya habrá tiempo para todo. No tanto tiempo como el que Atenea dispone para sus cosillas, pero tampoco nos vamos a quejar.
En fin, ya está bien de mirar al pasado. Quedan por contar los asuntos de la Croketa, pero es justo que esos tengan sus propias aventuras lejos de los mares por los que nos lleva Caronte. Pero todo es susceptible de cambiar.
De momento, la brújula de Caronte apunta al futuro, su aguja empujada por los fuertes campos magnéticos de la Estigia. Para una vez que apunta hacia algo con claridad, hay que hacerle caso. ¡Barquero! Dale fuerte hacia adelante. No mires a los lados, que todavía no tenemos ganas de tocar tierra. Hay mucho océano que surcar.
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